La revolución de los humanos

Cada vez más a menudo leemos alguna noticia de que los robots van a establecerse en miles de puestos de trabajo en un futuro cercano. Suponemos que no somos los únicos que nos hemos imaginado ese futuro y si nuestra silla la seguiríamos ocupando nosotros o alguien más parecido a Robocop.

La sección H&H en el pica pica de la oficina

Ante esta situación, como ante tantas otras, hay dos opciones, dos caminos, dos pastillas. Está por un lado la posibilidad de infravalorarse, deprimirse y suponer que un T800 nos dirá en breve «Sayonara Baby». O la versión rendición, donde nos implantamos un brazo biónico con la intención de que así alguien nos reclute para su escuadra de androides.

La previa a la mariscada, había ganas de fiesta

Y por el otro lado está la versión humanista de nosotros mismos, la que nos empodera frente a las máquinas y nos hace sobrevivir a la revolución de Skynet. Sobre esto habrá miles de tratados interminables en Internet, nosotros como siempre vamos más a la directa y hemos hecho un experimento empírico con los compañeros de trabajo.

Equipazo de trivial (¡lo importante es participar vale!)

Y es que ya sea en el pica pica navideño en la oficina, ya sea en una mariscada digerida a base de bailes o en la digna participación en un trivial de altísimo nivel, nos hemos dado cuenta que en estos encuentros se enciende una chispa que los robots están muy lejos de conseguir (al menos de momento). La complicidad que se genera en estas «reuniones» nos hace llegar al lunes con un extra de motivación e ideas difícilmente superable. Y una resaca también, pero para eso escogimos la pastilla verde, la de Houser.